jueves, 28 de marzo de 2013

Abuelidad

La foto de esta semana del 'Miercoles Mudo' ha inspirado un par de relatos en la abuela de mi bebé de pecho, a la que os presento con mucho gusto Luz con Delantal, una blogger de verdad! Hoy quiero dedicarle un espacio a esos relatos y a esta abuela.

Aqui están los dos relatos de Luz con Delantal:



Abuelo Iguana y nieta Iguana


La primera historia trata de una mujer que paseaba un mes de abril cuando se topó con una iguanita a mitad de camino, que comía frutos redondos y rojos. La mujer frenó su paso, un poco desconcertada con el encuentro, porque no conocía a estos bichos, porque igual guardaba un temor ancestral y bíblico hacia esas criaturas desde la noche de los tiempos. Pero era más curiosa que cobarde y dio un paso hacia la iguana, que impasible siguió comiendo y caminando hacia los frutos, muy cerca del pie de la mujer de la historia. Impresionada por la actitud del reptil, se quedó quieta, mirándola, asombrada de que el bicho se le acercara cada vez más, y que su pequeña cabeza triangular girara, para verla mejor produciendo el efecto de una sonrisa. La Naturaleza, incluso en pleno centro de una ciudad como Miami, es tan poderosa que puede hacer feliz a cualquiera con un simple gesto como ese.
La mujer, descubrió aquella misma tarde el árbol de las iguanas, y necesitaba enseñárselo a su hija, compartir esa felicidad instantánea que te da la tierra cuando la miras con amor. Y lo hizo.

Abuelo y nieta (que ya es a su vez abuela)

La segunda historia trata de una joven madre, que vive la armonía de dar y darse a una criatura feliz, que crece con la vida que ella le transmite a través de su propia savia.
La joven, casi una niña, buscó una foto que colgar en su muro de miércoles mudo, sin palabras. Y encontró dos iguanas, preciosas, verdes, calentándose al sol de la mañana, una junto a otra, la pequeña, al descuido porque su abuelo ha hecho un círculo y vigila.
La joven puso un pie a la foto: el abuelo con la nieta, puede que no lo pensara, que le saliera así, y eso es lo mejor, que no lo pensara.
El abuelo le enseña el mundo a la nieta, un mundo mayor que el que ve una madre, mayor que el de una abuela. La incita a descubrir, a investigar por su cuenta, le dice, le susurra: tú puedes sola.
Las nietas que tuvimos abuelos lo sabemos, aunque el tiempo y la gente de todo tipo hacen que se te olvide, de vez en cuando. Pero el mensaje está ahí para cuando, hecho el silencio exterior, queramos escucharlo.
Tú puedes sola.




lunes, 25 de marzo de 2013

Congelar papillas para el bebé


Hoy quiero enseñaros un artilugio la mar de práctico que tiene aquí los americanos para congelar las papillas de Mumi&Bubi. Es comodísimo y lo estoy usando muchísimo. El mio lo compré en Amazon USA (soy muy fan), el link aquí. Lo siento chicas pero no he visto nada ni parecido en Amazon España, pero seguro que en tiendas especializadas hay algo así.


















Mi bandejita lista para ser usada


Yo estoy feliz con mi artilugio, hago comida para el bebé en cantidad, relleno el cacharrito con la espátula y al congelador.

Después de llenar la 'cubitera' de papilla, esta vez judías verdes y arroz integral



Todas las monodosis ya congeladas listas para sacar 

Al día siguiente saco la bandeja y saco los cubitos de papilla. Es más fácil si le pasas un pelín de agua caliente pero a veces ni eso, salen de maravilla, porque la base de la hielera es redonda y al empujar por unos de los lados, ras! Ya está fuera!


Imagen de la web del vendedor. Yo empujo más bien con el pulgar y con una cucharita porque esta frío


Los guardo todos juntitos y de vuelta al congelador y otra vez a usar la bandejita! Estoy enganchada a hacer nuevas recetitas para el mi bebé que sigue siendo muy de pecho!!


 Mis bolsitas de purés, que monas!!


Cómo congeláis vosotras la papillas, o la comida del bebé?

lunes, 18 de marzo de 2013

Parir sin miedo… Nuestra Historia


Desde que me quedé embaraza siempre pensé que yo quería parir a mi hijo. Iba a ser YO la que lo trajera al mundo, podía haber una matrona o un médico observando el proceso, pero no iban a parir a mi hijo por mí. Busqué mucha ayuda, en muchos sitios (puedes leer más aquí) y conseguí traer al mundo a mi hijo cómo yo quería. Ésta es la historia de mi parto.

El día antes de mi fecha probable de parto, después de haber visto la segunda luna llena del mes, o la luna azul (para los más románticos), nos metimos en la cama pensando que nada iba a pasar. Todos decían que habría ‘avisos’ de que el día esperado estaba cerca, pero yo no notaba nada nuevo… Los mismos calambres en las ingles desde hace 2 semanas y poco más.

Amanecer en Miami el día del parto

A las 2 de la mañana me desperté para ir al baño (una de las tantas veces que una embaraza de 9 meses tiene que hacerlo) y note una contracción! Llevaba 4 meses con contracciones preparatorias sin dolor, pero esto fue distinto. Qué emoción! Será, no será? Otra… Si, si, si, esto tiene que ser. Después de pasar 2 horas emocionada contando contracciones y minutos (y yéndome de vareta, para qué negarlo!) decidimos que todavía faltaba mucho. Tenía contracciones cada 10 u 8 minutos así que volví a dormirme hasta las 6 de la mañana. Ya estaba claro que esto iba en serio, y aunque podía dormir entre contracción y contracción, me despertaba con cada una de ellas. No eran especialmente dolorosas, pero tenía que respirar y concentrarme para que pasaran tranquilas. A las 7 ya con el sol fuera salí de la cama y no sin esfuerzo, comí algo y otra vez a la cama, tumbada sobre un costado era como mejor me encontraba…

Después de varias horas contando contracciones, esta vez cada 5 minutos, el dolor empezaba en la barriga y se irradiaba a la espalda, justo a la altura de las caderas. En cada contracción necesitaba que alguien (en este caso mi marido o mi madre) me presionaran en la parte baja de la espalda. Aunque en todo momento la situación era bastante llevadera, entre contracción y contracción estaba como si tal cosa, hablé por teléfono con mi Doula que me tranquilizaba. Intenté meterme en la bañera, pero no estaba tan cómoda como tumbada sobre el costado! La peor parte de la contracción eran unos segunditos, la subida y la bajada no eran tan molestas.

Desayunando después de 5 horas de contracciones

Después de 8 horas con contracciones todo lo más cada 5 minutos de repente la cosa  bajó de intensidad, ya eran cada 7 u 8 minutos, así que me levanté (incluso pensando que la cosa podría llegar a pararse del todo) y me moví un poco, volví a intentar lo de dilatar en la bañera, y la siguiente contracción fue otra historia. Ya no servía lo de respirar plácidamente a esperar que pasara lo peor, tenía que mugir cual vaca, había que hacer ruido, no me preguntes por qué, pero sin el ruido la cosa se ponía demasiado intensa. Rápidamente salí de la bañera (a mi el agua no me va!) y me di cuenta de que había fisurado la bolsa. Otra contracción y la misma intensidad ‘Al hospital todo el mundo, pero ya!!!’. Mientras me ponía un vestido y unas chanclas, otra!! ‘Me da igual la bolsa del hospital, nos vamos, no vamos!!’

El viajecito en coche hacia el hospital fue sin duda el peor momento del parto. Sentía perfectamente por donde iba la cabeza de mi bebé, iba diciéndole a mi marido ‘Tengo la cabeza en el culo! Date prisa!!’ y en cuanto se me pasaba la contracción y veía lo rápido que iba lo tranquilizaba ‘Da tiempo, da tiempo!’. Que horror! Y mi madre y yo detrás agarrándonos al cinturón de seguridad!! Llegué a pensar que no llegábamos, primeriza de mí! Como si no hubiera que empujar a los niños para que salgan…

Por fin llegamos al Hospital y tengo que decir que a pesar de haberme planteado seriamente parir en casa cuando llegué al Hospital me sentí segura, y me alegró que haber esperado en casa, estuvimos en el hospital sólo 4 horas antes de que naciera nuestro hijo. Allí me encontré con mi Doula y entré en el ala de Maternidad del brazo de mi madre. Parándome a mugir por los pasillo en cada contracción las enfermeras decían con el cachondeo ‘es el primero, no?’ ‘pasa a triaje a ver cómo vas’. Cuando vieron que tenía la fuente rota y estaba de 5 centímetros se les cambió la cara y ni me pusieron los monitores a la habitación corriendo. La enfermera por el camino me preguntaba si quería la epidural y yo le dije que no. No contestó nada y respetó mi decisión, no hubo amenazas de ‘para luego es tarde’ ‘después la vas a pedir’ ‘no hay que hacerse la valiente’. Aunque me dijo (medio disculpándose) que tendría que venir el anestesista a hacerme unas preguntas de todas formas.

A partir de aquí yo ya sólo hablaba si era estrictamente necesario, no porque no tuviera nada que decir, sino porque necesitaba todas mis energías y mi concentración para parir, el momento se acercaba y es un trabajo duro… De hecho no estaba muy pendiente de lo que pasaba a mi alrededor, la mayor parte de las conversaciones de enfermera, médico, marido, etc me las contaron después, yo y mi bebé estábamos a lo nuestro.El médico que estaba de guardia fue un capullo (con perdón). Quería moverme por la habitación, eso acordé con mi médico, y no me dejó. Y como cariñosa despedida me dejó una amenaza ‘En dos horas vuelvo, y si no has progresado te pongo oxcitosina’. Tuve energías para contestarle y ponerle cada de pocos amigos! Menos mal que mi Doula habló con mi médico hecha una furia, y mi médico llamó al hospital para que me quitaran gotero y monitor, me dejaron levantarme para ir al baño. Cuando lo vi  aparecer por la puerta 1 hora más tarde me terminé de quedar tranquila.

Mi médico me pidió permiso para explorarme. Ya estaba de 9cm (y ni siquiera habían pasado las 2 horas de la amenaza)!! Aunque me lo tuvo que repetir mi Doula que se dió cuenta que yo ni flores de lo que estaba diciendo el médico. Dijo que si me terminaba de romper la bolsa iría más rápido y como me fio de él le di permiso para que la rompiera. Las contracciones seguían, y no era dolor, era otra sensación mucho más poderosa, pero llevadera. En ningún momento se me ocurrió pedir la epidural, no pensaba en ello. Pensaba en mi bebe saliendo y en mi cérvix abriéndose y poco más. En seguida mi cuerpo empezó a empujar solo con las contracciones, yo no quería! Mi Doula me dijo que podía inflamarme el cérvix, que intentara respirar en lugar de empujar, pero que si mi cuerpo empujaba que adelante! Y lo de respirar funcionó a medias… Mi médico volvió y me dijo que podía empujar (cualquier posición que quisiera).

Sin tener mucha idea de lo que estaba haciendo empecé a empujar y me alegré mucho de no tener epidural, primero, porque las contracciones dejaron de doler, completamente! Segundo, porque con el último reconocimiento pude sentir (con la mano del médico) lo dilatado que estaba mi cérvix y es una forma estupenda de motivarte y ver que todo esta listo! Y tercero porque notaba perfectamente como avanzaba la cabeza de mi hijo y como ayudarla a seguir adelante, y porque pude sentir como el médico me indicaba con su mano 'no empujes contra esto, sino contra esto otro' (y aunque fue incómodo, me ayudó mucho). Empujar fue complicado, no tenía ni idea de cómo hacerlo, me daba la sensación de que no lo estaba haciendo bien y no encontraba una postura para empujar a gusto. Es una lástima que no se pueda entrenar lo de los pujos… Es algo que requiere entrenamiento y preparación! Tras varios empujones me entró un calor horrible y empecé a quitarme el camisón del hospital (pero son unos malditos, con lazos y botones raros por todas partes…), mi marido me prenguntó ‘Te lo quito’ y yo asentí.

Por fin en mis brazos

Después de 1 hora mi médico preguntó si habíamos intentado la postura tradicional del parto hospitalario, yo sobre mi espalda… Y no, yo la había evitada porque estaba decidida a no parir así. Habíamos intentado todo lo demás y yo ya me estaba desesperando de no ver ningún avance, así que nada, a tumbarse. Pero ni enfermeras contando ni indicaciones petardas! Y la verdad es que así pude empujar de manera efectiva. Y ya estaba harta de empujar y cansada, con ganas de llegar al final, así que empuje con todas mis fuerzas, sin importarme el no ser capaz de relajar la boca y la mandíbula. Sabiendo que estaba empujando para desgarrarme mal, pero ya ni me importaba! Y seguí empujando y todo el mundo se puso muy contento de ver la cabecita, y me dijeron si quería el espejo, pero pensé ‘y ver lo poco que avanza la cabeza con todo el esfuerzo que estoy haciendo?? No gracias!!!’. Despues de 3 ó 4 contracciones me dijeron que si quería tocar la cabeza y lo hice, pero aquello más que una cabeza parecía un gajo de naranja, blandito y en media luna… Yo quería ver una cabezota ya fuera!!!! Y a seguir empujando… No tenía dolores ni molestia, pero estaba cansada y acalorada de empujar. Y llego el momento sobre el que tanto había leído y que olvidé por completo ‘el anillo de fuego’ de la coronación, vaya si llegó… Entre contracción y contracción le pedí a Dios que mandara otra contracción rapidito para poder empujar, que escozor!!! Después de 3 contracciones pensando ‘ésta es ya la última, por mi perineo que es la última!’ terminó de salir la cabeza y con ella el resto de mi bebé (2 horas para empujar un bebé de 3kg255g).

En cuanto salió lo agarre con mis manos y lo abracé, como ya he contando estaba en bolas en el paritorio, así que fue piel con piel literal desde el principio. Estaba más calentito mi hijo. Olía tan bien! Tan suavito con su vermis blanco! Y por fin lo tenía entre mis brazos! Que felicidad!

Me ha quedado un post un poco largo, pero como resumir 15 horas de parto… Si quieres leer más historias de partos sin miedo te recomiendo el libro 'Nacimientos' ¿Cuál es tu historia?

martes, 12 de marzo de 2013

No tengo suficiente leche… para qué?


La afirmación ‘No tengo suficiente leche’ es la que más oigo como razón principal para suplementar con fórmula o leche artificial o para destetar completamente antes de los 6 meses. Es también un miedo que ronda en la cabeza de madres que han decidido dar el pecho, incluso que lo están dando satisfactoriamente, especialmente si son primerizas y sobretodo en las primeras semanas postparto. Yo también tuve mi momento ‘Oh! Dios mío, no tengo leche suficiente!!!’ después de la subida de la leche, y mi hijo me enseño que incluso si era verdad en ese momento, la situación tenía solución y a él no le importaba! Más abajo os contaré porqué.

Aunque es muy improbable no tener suficiente leche para alimentar a un hijo, empiezo por reconocer que esto puede pasar. En los casos en los que ha habido cirugía de mama, especialmente en una reducción mamaria o si el pezón y la areola se han visto comprometidos. También puedes no tener leche suficiente si tienes una agenesia total o parcial de glándula mamaria, un tumor en la hipófisis, o un trozo de placenta aún adherida a la pared del útero o alguna otra causa que impida la producción de leche, pero esto ocurre en muy rarísimas ocasiones, rarísimas! A partir de ahora hablare de el resto de casos.


Imagen de UNICEF que muestra un sistema para suplementar cuando no hay leche suficiente


Cuando oigo a tantas y tantas mujeres sanas que perciben no tener suficiente leche para amamantar a sus bebés me da la sensación de que la frase está incompleta para que pueda ser cierta… ‘No tengo suficiente leche para que mi hijo esté 3 o 4 horas sin pedir de comer como cuando le doy un biberón’, ‘No tengo suficiente leche tras haber estado varios días dándole a mi bebé 2 biberones por la noche para poder dormir (asumo que no te has levantado para sacarte leche)’, ‘No tengo suficiente leche para poder estar más de 1 hora sin tener que darle el pecho a mi recién nacido durante el día’, ‘No tengo suficiente leche para que mi recién nacido se quede dormido 6 horas seguidas por la noche sin pedir pecho’. Todas estas frases me parecen mucho más honestas y evidentemente ciertas. Me encantaría que todas las mujeres que destetan prematuramente bajo la premisa ‘No tengo leche’ completaran la frase en honor a la verdad y para no dar la imagen de que dar el pecho puede ser imposible, o ser algo difícil, o incluso depender de la suerte de tener o no tener leche. Cualquier persona con conexión a internet puede investigar cómo es la producción de leche en nuestra especie y entender que para establecer la producción hace falta que el bebé (u otra forma de succión) estimule el pezón. A mayor estimulación más producción y viceversa. No pretendo explicar esto aquí, pero si queréis saber más os recomiendo el libro de Carlos González ‘Un regalo para toda la vida’.

Mi bebé feliz con el pecho, sin importarle tanto el contenido como el continente, su mamá!

Como os contaba yo también tuve mi momento de duda durante la cuarentena. Mis circunstancias fueron un poco particulares porque tuve que estimular la producción de leche con un sacaleches (menos eficiente que un bebé) durante los primeros días. Cuando por fin al quinto día me subió la leche tuvimos que enseñarle a mi bebé que la leche ya no venía de una tetina de silicona en un tubo de plástico (los médicos se empeñaron en suplementar) sino de la tetita de mamá. No fue nada fácil… Al principio no lo entendía, mi hijo rechazaba el pecho, hubo que usar miles de trucos, durante varias tomas para que se enganchara y succionara el tiempo suficiente para que la leche empezara a fluir. Ponerlo al pecho era una pequeña lucha, no era reconfortante para él (y para mi menos!!), pero terminó aprendiendo. Tras 3 tomas al pecho (con sus más y sus menos para conseguirlas) intenté sacarme leche 20 minutos después de que mi bebé se durmiera al pecho, estaba trabajando para aumentar la producción porque mi hijo seguía en la UCI neonatal y no podía estar con el 24 horas al día, ni para todas las tomas y quería suprimir el uso de leche artificial. En fin, que cuando terminé de sacar los poquitos mililitros que pude mi bebé se despertó llorando. En situaciones normales lo hubiera puesto de nuevo al pecho, aunque sólo habían pasado 40 minutos desde la última toma, pero ponerle al pecho no era algo que le calmase, normalmente el proceso involucraba más llanto, y no quería ni pensar cómo iba a ser si además no salía leche rápido. En ese momento pensé ‘No tengo leche, acabo de sacarme lo que quedaba, este niño se tiene que dormir como sea por lo menos media hora antes de intentar ponerlo al pecho otra vez’, mi marido incluso pensó en leche artificial aunque es ese momento no me lo dijo. Lo intentamos todo, cambió de pañal, brazos, nanas, hacerlo una ‘croqueta’ con la mantita, incluso darle la leche que me acababa de sacar (que se tomó con ganas para aumentar mi desesperación). Con muy poca fe y después de 10 minutos de llanto intentamos ponerlo al pecho, armados con nuestro arsenal de ‘trucos’ para que se agarrara, y al sacarme la teta ¡pum! Se enganchó, sin trucos, sin negociación, sin llanto, sin dramas. Estuvo mamando 40 minutos en los que no lo sentí tragar, pero estaba feliz, con su deseo de succión cubierto, piel con piel con su madre. Había entendido que la leche venía de mamá y sabía qué tenía que hacer él para que saliera más leche de ahí. Desde entonces no tuvimos que usar ningún truco para que se agarrara al pecho y mi marido y yo aprendimos que incluso si no hay leche en ese momento no importa, si le dejas libre acceso al pecho al bebé estará contento y le pondrá solución a ese problema momentáneo, porque como decía mi abuelo ‘Hambre que espera hartura no es hambre ninguna’.

¿También tuviste tú momento ‘No tengo leche’? ¿Pudiste superar tus dudas y seguir con una lactancia feliz? ¿Destetaste prematuramente porque no tenías la información necesaria para entender cómo ponerle solución? Cuéntanos tu historia, queremos saberla!!